En 1965 se publicó la canción que les abrió las puertas a giras masivas, contratos discográficos lucrativos y un reconocimiento mundial que perdura hasta nuestros días.
Hace seis décadas, el rock and roll se electrificó con un riff que resonaría a través de generaciones, marcando un antes y un después en la historia de la música. En mayo de 1965, The Rolling Stones, una banda con apenas un par de años de trayectoria, grababa en los estudios RCA de Hollywood “(I Can’t Get No) Satisfaction”, una canción que no solo se convertiría en su mayor éxito, sino que también encapsularía el espíritu rebelde y la frustración de una juventud ávida de cambios.
La génesis de este himno es tan icónica como sus notas iniciales. Cuenta la leyenda que Keith Richards, el legendario guitarrista de la banda, se despertó en una habitación de hotel en Clearwater, Florida, con el famoso riff zumbando en su cabeza. Apenas tuvo tiempo de grabarlo en un rudimentario casete antes de volver a dormirse. Al día siguiente, al escuchar la cinta, se encontró con la memorable secuencia de notas seguida de unos 40 minutos de ronquidos. Afortunadamente, la esencia de lo que se convertiría en un clásico perduró.
La letra, coescrita por Mick Jagger y Richards, reflejaba un sentimiento de insatisfacción generalizada, abordando temas como el consumismo, la explotación comercial y la frustración sexual. En una época donde las canciones pop solían ser más edulcoradas, la crudeza y la honestidad de “Satisfaction” resonaron profundamente con una audiencia joven que se sentía incomprendida y necesitada de autenticidad.
Fuente: Ámbito